Donde hay humanos, la contaminación aparece, ¿una maldición para la
tierra?
El ser humano
ocupa el planeta, lo conquista y somete, lo emplea para su beneficio, pero en
cada acción existe un efecto secundario y negativo que se expande a medida que crece
la codicia y el deseo de extraer hasta el último recurso para satisfacer su
codicia y necedad. La contaminación que crece sin parar y se encuentra en los
lugares más insospechados.
En las
últimas décadas, los humanos han arrojado al medio ambiente millones de
toneladas de residuos plásticos. Los plásticos, derivado del petróleo, tardan
miles de años en descomponerse; mientras tanto, contaminan aguas, intoxican animales
y entran en la cadena alimentaria.
En el Océano
Pacífico Norte, existe el Gran Parche de Basura del Pacífico, más grande que el
estado de Texas, con 696.241 km2. Existen parches de basura en otros océanos,
Índico y Atlántico. Para la NOAA (National Oceanic and Atmospheric
Administration) no son “islas de basura”, masas homogéneas, sino algo disperso
como una galaxia. En realidad, si fueran islas, bastaría con levantar la masa y
quitarla. Los científicos de SES calcularon que hay 580,000 piezas de plástico
por kilómetro cuadrado en el Atlántico.
El plástico
que ingresa al océano, proviene de barcos y plataformas que están en alta mar
(20%); el resto proviene de la basura arrojada al mar, recogida por las mareas
en la playa, y basura arrojada intencionalmente.
Los
plásticos no se biodegradan, se rompen en pequeños pedazos que son consumidos
por los peces y los mamíferos marinos. Cando la espuma de poliestireno se rompe
en partes más pequeñas, los componentes se hunden en el océano, así el
contaminante se propaga por todo el mar. La toxicidad directa de los plásticos proviene
del plomo, el cadmio y el mercurio. Estas toxinas se han encontrado en muchos
peces y son peligrosas para los humanos. El ftalato de dietilhexilo (DEHP) es
un carcinógeno tóxico. Otros efectos, además de los canceres, se revelan en defectos
de nacimiento, errores del sistema inmunológico y problemas de desarrollo
infantil. Otros plásticos tóxicos, el BPA o el bisfenol-A, utilizado en las
botellas de plástico y materiales de envasado de alimentos interfiere con la
función hormonal humana.
Los mares no
son los únicos vertederos de basura contaminante. Las cuencas de ríos, lagos,
las ciudades y alrededores, hasta el espacio exterior están afectados. Las
ciudades son “basureros naturales”, pero, ¿Qué pasa en
lugares alejados de las ciudades? A nadie se le ocurriría pensar que el Everest
es un basurero tan peligroso como los basureros de ciudades y playas contaminadas.
El monte
Everest, a 8.848 metros sobre el nivel del mar, era el lugar más solitario de
la Tierra, y quizá el más limpio; hasta el 29 de mayo de 1953, cuando Edmund
Hillary y el guía Tenzing Norgay conquistaron su cima. Ahora, esta montaña
sufre los ataques de un ser humano sin conciencia ambiental que llena de basura
y excremento todas sus laderas.
En mayo del 2018,
el diario chino Global Times informó sobre una expedición de 30 personas que
tenían como objetivo limpiar el cerro en plena temporada de ascenso, con resultados
tristes: Sólo entre abril y mayo recolectaron 8.5 toneladas de residuos (tiendas
de campaña, botellas de oxígeno, cilindros de gas, kilómetros de cuerdas, latas
de comida y cadáveres abandonados). Del total de residuos recolectados, 2.3
toneladas correspondían únicamente a excremento humano congelado, lo que indica
que el Everest es una letrina en las alturas.
En el
campamento base (5.350 metros de alto), se recogen los restos y los trasladan a
una zona baja donde se procesan adecuadamente; en las bases más alejadas la
gente excava en la nieve para esconder heces y orina. Según The Washington
Post, por temporada los montañistas generan 12 toneladas de excremento humano, que
son “guardados” bajo la nieve. El deshielo de la montaña lleva el excremento
hasta los campos base poniendo en riesgo la salud de los escaladores que
derriten el hielo para consumirlo como agua. En el 2012, ya se advertía de la contaminación
de las fuentes de agua; en el 2013, un conocido periodista y montañista decía
que los propios escaladores evitaban hervir la nieve para beber el agua por
miedo a contraer una infección. Ahora, las autoridades buscan soluciones reales
al problema. La idea es quemar los residuos biodegradables en las cercanías del
Everest y los demás llevarlos a Katmandú (capital de Nepal) para fabricar
souvenirs. Un proyecto más complejo, el Proyecto Biogás del Monte Everest, pretende
crear un biorreactor para convertir el excremento en material de composta; se
espera que funcione dese 2019.
¿El espacio está
libre? No, también es un vertedero menos visible, tarde o temprano se sentirán los
efectos.
Referencias
Estas son las islas de plástico que
contaminan mares y océanos
31 enero, 2019
Al monte Everest lo enferman: se está
convirtiendo en una letrina Manuel Herrera. 15 junio, 2018
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